miércoles, 27 de agosto de 2008

Más allá de la información

Hace una semana del trágico accidente de Barajas. Sí, trágico y otros tantos adjetivos. A lo largo de estos siete días los informativos comenzaban con frases cuyas primeras palabras han sido: tragedia, dolor, angustia, deseperanza... Todas ellas describen la situación de las familias y seguro que se quedan cortas. Pero hasta qué punto debe considerarse información saber hasta el último detalle de la vida de estas personas, anónimas hasta hace unos días cuando tuvieron las desdicha de volar en un avión que no llegaría a su destino.
Desde luego, un accidente de estas magnitudes, 154 víctimas mortales, es de relevancia pública. ¿Por qué ha pasado?, ¿Cuándo lo sabremos? son algunos de los interrogantes que plantea. Los fallecidos no son sólo cifras, tenían su vida, sus amigos, su familia, viajaban por algún motivo. Pero su vida privada no es información. Es lógico que se quiera de alguna manera reconocer a estas personas y hacerles un pequeño homenaje, si es que se puede llamar así lo que están haciendo los medios. Pero grabar a familiares que acaban de saber la triste noticia de la pérdida de un ser querido y preguntarle cómo se encuentra, no es información. Bombardear con imágenes que ocupan la mitad del informativo sobre aspectos de la vida de estas personas que no buscan otra cosa que la empatía de los espectadores, acercarles el sufrimiento de los afectados, no es información. Presionar para obtener la respuesta a los interrogantes por qué y cuándo, sí es información.
Muchas asociaciones de periodistas se han quejado de la cobertura que están haciendo los medios de este asunto ya que caen en el morbo fácil. A menudo la línea que separa la información de aquello que no lo es, es fina y fácil de cruzar. Pero hay que esforzarse por defender estos límites.

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